La prestigiosa Universidad de Harvard avala que el consumo de aceite de oliva virgen extra aporta numerosos beneficios para nuestro organismo por la alta concentración de ácido oleico que contiene. Por ello, existe una relación clara entre el ácido oleico contenido en el AOVE y su carácter cardiosaludable. La comunidad científica otorga al AOVE la medalla de oro de los aceites vegetales.

Si existe un rey indiscutible en la mesa, sobre todo en aquella donde predomina la dieta mediterránea, ese es sin duda el aceite de oliva virgen extra. Pero también son cada vez más los estudios que corroboran las propiedades saludables del AOVE muy por encima de otros aceites vegetales.

Pero ¿qué componente lo hace ser tan demandado dentro y fuera de nuestro país? La respuesta la encontramos en el ácido oleico, más comúnmente denominado como “una grasa sana perteneciente a la familia de los Omega 9”.

Es en el aceite de oliva donde mayor concentración encontramos de este componente ya que, según ha quedado demostrado, más del 80% del AOVE se compone de ácido oleico. Toda una fuente de riqueza para nuestro organismo que ha permitido que su consumo se haya visto incrementado en todo el planeta.

De ahí que desde La Pontezuela nos centremos especialmente en cumplir con un minucioso protocolo de recogida de la aceituna y extracción de su oro líquido para garantizar la mejor conservación de sus propiedades organolépticas.

El ácido oleico y el AOVE cardiosaludable

Harvard también dice “sí” al aceite de oliva.

Investigadores prestigiosos de todo el mundo han mostrado su interés en analizar los innumerables beneficios que aporta el consumo de ácido oleico y, por consiguiente, de aceite de oliva virgen extra.

En este caso, la comunidad científica de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard concluyó en un estudio desarrollado a lo largo de 30 años y publicado en la revista Journal of The American College of Cardiology que “un consumo más elevado de aceite de oliva, perfectamente cuantificable en cucharadas, mantiene una férrea asociación con una menor mortalidad por problemas cardiovasculares”.

La particularidad de este análisis no es solo que avala los resultados de otras investigaciones pioneras en España, sino que “los nuevos resultados estadounidenses resultan decisivos para confirmar los efectos preventivos a más largo plazo sobre la mortalidad prematura”. Así lo confirma el catedrático de Medicina Preventiva de la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra y también participante en este proyecto.

El ácido oleico y el AOVE cardiosaludable

Aceite de oliva frente al aceite de girasol.

La comunidad científica apunta a que cuando se habla de elegir entre aceite de oliva y aceite de girasol existen marcadas diferencias que hacen que el AOVE siga manteniendo su puesto en lo más alto del pódium.

La Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (FESNAD) defiende que “entre el 20 y el 25% de la energía diaria que consumimos debe provenir de los ácidos grasos monoinsaturados cuya fuente principal tendría que ser el aceite de oliva”.

Incluso, plantean que éste (y no el de girasol) es la opción más saludable para cocinar y también para freír. La explicación radica en que el aceite elaborado con semillas de girasol no soporta adecuadamente las altas temperaturas.

El permanente apoyo de la comunidad científica al AOVE.

Según estudios realizados por el Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBEROBN) y la Universidad Rovira i Virgili (URV), se atribuye que consumir AOVE podría reducir hasta en un 51% el riesgo de sufrir una fractura osteoporótica.

El resultado de la investigación apunta a que este beneficio se debe al conjunto de sustancias que componen el aceite de oliva virgen extra, desde la grasa hasta los polifenoles y otros componentes, por sus propiedades antioxidantes y antiinflamatorias.

En la misma línea, investigadores de la Universidad de Málaga, integrados en el Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA), en colaboración con expertos del Instituto de la Grasa (CSIC) publicaron en el Journal of Nutritional Biochemistry, que la ingesta en dosis bajas (entre 0,5 y 2,5 miligramos) de hidroxitirosol, un polifenol presente en el aceite de oliva virgen extra, es suficiente para que se produzca una disminución de la inflamación vascular o vasculopatías vinculadas.

Por citar un caso más, ya que la cantidad de estudios e investigaciones sobre los beneficios positivos del AOVE en la salud es abrumadora, el grupo de investigación en Inmunobiología Tumoral de la Universidad de Jaén, publicó un artículo en el Journal of Functional Foods sobre los beneficios que aportan dos fitoestrógenos, el pinoresinol y el acetoxipinoresinol, presentes en los aceites de oliva vírgenes, concluyendo que “este tipo de hallazgos contribuye a incrementar el aval científico para calificar al aceite de oliva virgen como alimento con múltiples beneficios saludables”.

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