Alemania, propulsora económica de la Unión Europea, es un mercado muy interesante para las empresas que se atrevan a exportar, por varios motivos: se da una seguridad jurídica, no es complicado facturar, es un mercado cercano, los trámites burocráticos son más sencillos, y los gastos logísticos —inversión en el transporte— no son elevados. Además, las cocinas germanas muestran predisposición para incorporar el zumo de la aceituna de nuestras comarcas.

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El Ministerio de Agricultura indica que, durante el pasado año, se vendieron 60.000 toneladas de aceite de oliva en Alemania. Representa 10 veces menos de lo que se consume en España, pero se trata de una cifra muy interesante porque aquí el aceite, como se dice, “fluye por las venas”, mientras que a los germanos hay que invitarlos a que lo compren, pero también enseñarles a utilizarlo. Imaginemos que aquí, de repente, se tuviera que cocinar solo con mantequilla. Seguro que habría hogares que no se adaptarían o no sabrían cómo utilizarla. Lo mismo ocurre allí con la grasa que producen las aceitunas. Sin embargo, poco a poco, el aceite entra en este mercado.

De hecho, Alemania es el país no mediterráneo que más producto compra a España. La Interprofesional para el Aceite de Oliva —sustentada con fondos del sector, del Gobierno de España y de la Unión Europea— ha comenzado una campaña para mostrar los usos del producto y promocionar su compra. “Es una buena noticia que la locomotora económica de Europa apueste por los aceites, pese a que todavía los productos españoles no se conocen lo suficiente. Nuestra posición en el mercado alemán aún no hace justicia a la que tenemos en el resto del mundo”, afirma el presidente de la Interprofesional, Pedro Barato.

Pese al importante aumento del consumo de aceite de oliva, España se topa con un importante reto: Italia domina el mercado alemán, ya que sus marcas llegaron antes y, también, porque los germanos identifican el aceite de oliva con la comida que degustan en los restaurantes italianos, por lo que compran producto que llegue de este país.

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“Si lo hemos conseguido en China, Rusia y Japón, aquí también lo podemos hacer”, manifiesta Pedro Barato. Si los germanos no confían en las empresas españolas, se pierde el valor añadido de la operación de venta, y esto es lo que se quiere evitar.