La historia de España está plenamente influenciada por la gran cantidad de culturas que poblaron nuestro país durante diferentes épocas. Desde los primeros siglos, debido a la situación estratégica de la península y a la riqueza de esta tierra, fue un territorio disputado por diferentes civilizaciones.

Muchas de ellas se asentaron en nuestra zona, gracias a lo cual hoy podemos afirmar que contamos con una identidad propia que nace de la mezcla de diferentes culturas y de las marcas de identidad que estas fueron dejando.

Griegos y romanos dejaron un legado cultural impagable, pero, sin duda, una de las culturas que más aportaron a nuestra identidad fue la árabe. Con su llegada, en el año 711 d. C., consiguieron revolucionar la sociedad y aportaron numerosas huellas que, a día de hoy, se siguen conservando de la misma manera en la que se nos legó, hace ya varios siglos.

Fueron siete los siglos en los que los árabes estuvieron en España, dejando una gran influencia en el campo de las matemáticas (de ellos heredamos nuestro sistemas de numeración), de la arquitectura, costumbres y, por supuesto, el lenguaje.

Prueba de ello es que numerosas palabras que componen el castellano actual se derivan de vocablos de origen árabe, que fueron adaptándose a nuestro idioma. Una muestra de esto es que casi todas las palabras que empiezan por el prefijo “al-” proceden del árabe.

Como se anticipó en otras entradas, el olivo era de capital importancia para romanos y griegos, pero también es importante especificar que el auge de la riqueza de Al-Andalus se debió, en gran parte, a la labor oleícola que desarrollaron los árabes en nuestra tierra.

Varios de los vocablos propios más importantes relacionados con la oleocultura derivan del árabe. Desde la palabra aceite, que procede del árabe az-zait, que significa “jugo de aceituna”, hasta el vocablo aceituna, que tiene origen árabe, ya que proviene de azzaytúna. Por otra parte, el acebuche, un tipo de olivo, también recibe su nombre de un vocablo árabe andalusí, en este caso azzabbúǧ, que significa “olivo silvestre”.

Otros vocablos relacionados con el mundo oleícola son palabras como almazara, el sitio en el que se prensa el aceite, que deriva de al-ma’sara, cuyo significado es “el lugar donde se exprime la aceituna para obtener aceite”; o alforja, las bolsas que se colgaban a ambos lados de los bueyes o caballos para transportar la aceituna recogida, que remanece del árabe alẖurǧ, cuyo significado era “bolsa”. Otra palabra que deriva del árabe es alcuza, un recipiente para el aceite, cuyo origen es alkúza.

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