Desde principios del pasado año, la norma  prohíbe que las aceiteras en bares y restaurantes que sean rellenables. Sin embargo su presencia sigue siendo muy habitual.: Esta ley es muy clara, según la misma; quedan totalmente prohibidas las botellas que no estén correctamente etiquetadas y envasadas, es decir, nada de rellenar la aceitera de toda la vida con aceite, que en muchos casos, es de dudosa procedencia.

Aceiteras en bares y restaurantes, ¿qué está pasando?

Pero a pesar de todos los esfuerzos que desde la administración y el propio sector aceitero se ha hecho al respecto, parece que con el paso del tiempo todo ha ido cayendo en el olvido. Prueba de ello es que tras realizar una encuesta entre el público que acude a restaurantes y bares de toda la geografía española, más del 50% de los encuestados confirman que les ofrecieron las famosas vinajeras y aceiteras para aliñar sus comidas.

Tan solo un 32% de los encuestados afirman haber encontrado envases etiquetados y bien marcados de aceite de oliva, en el cual se podía leer su procedencia, tipología y demás. El dato es sin duda llamativo, dado que hace casi dos años de la entrada en vigor de la norma, por lo que tiempo para adecuarse a la misma, ha habido de sobra.

Aceiteras en bares y restaurantes, los responsables.

El problema pone de manifiesto que los responsables de canal Horeca, que en un principio tomaron muy enserio la normativa, se han relajado en su cumplimiento y no han sabido trasladar la importancia del mensaje, así como la necesidad de hacer llegar el producto (el aceite de oliva) a los usuarios de forma adecuada, garantizando y poniendo en valor las características del mismo. Según el secretario general de Infaoliva, Enrique delgado, la situación es un problema de desinformación por parte de los restauradores, que si supieran realmente lo que se están «ahorrando» al rellenar las aceiteras, tal vez dejarían de hacerlo, además de los insuficientes controles por parte de las administraciones responsables.

Las evidencias al respecto además, van más allá de las encuestas realizadas a pie de calle. Según los datos del último año, las ventas de monodosis y botellas de medio o de un cuarto de litro han descendido considerablemente, envases típicamente adquiridos para restauración, no para el hogar.

En un principio la norma buscaba preservar la calidad del producto, así como que el cliente supiera realmente que estaba consumiendo, sobre todo aquel público extranjero menos conocedor del aceite de oliva, y que por tanto puede ser más fácil de engañar. Todo ello teniendo en cuenta, que gran parte del atractivo de nuestro restaurantes y bares respecto al turismo extranjero, radica en la utilización del ya famoso aceite de oliva virgen extra.

El problema no es sólo que el consumidor o turista no reciba el producto que debería en un momento determinado, si no que la imagen global del producto que se crea en su cabeza puede ser muy negativa. Además el no etiquetado del producto, como consecuencia de rellenar las aceiteras en bares y restaurantes, reduce las posibles compras posteriores, ya que si no saben que están tomando, no pueden buscarlo para adquirirlo y llevarlo a casa, por lo que el daño a la imagen de marca es mucho peor de lo que en un principio se pueda pensar. Sin duda un tema que todavía dará que hablar y sobre el que queda mucho trabajo por hacer.