Para asegurar que tu aceite de oliva está perfecto, son importantes algunos factores como la materia prima, el proceso de elaboración y la calidad diferenciada que ya depende en mayor medida del factor humano, y del ambiente donde lo tratemos.

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El aceite de oliva virgen extra es conocido por tener multitud de beneficios para la salud. Se ha consumido desde la antigüedad y siempre ha estado ligado al área del Mediterráneo. Aunque su uso fundamentalmente es culinario, también se ha usado para fines cosméticos y medicinales.

El aceite de oliva virgen extra es una grasa de origen vegetal, cuyo valor nutricional se compone de un 50-82% de ácidos oleicos (omega 9), un 4-18% de ácido linoleico (omega 6), menos del 1% de ácido linolénico (omega 3) y un 10-15% de ácidos grasos saturados. Junto a la vitamina E, hace del aceite de oliva virgen extra una fuente múltiple de beneficios para nuestra salud.

Muchos son los estudios realizados sobre el aceite de oliva virgen extra. Por ello, y con motivo de la celebración del III Congreso Internacional de Aceite de Oliva Virgen, Olivar y Salud, destacamos los estudios más notorios.

En primer lugar, el estudio que supuso un salto cualitativo en el aval científico de los aceites de oliva vírgenes fue Predimed (Prevención con Dieta Mediterránea). Iniciado en 2003, ha sido el mayor estudio realizado por su duración y los miles de personas participantes. Quince años después, Predimed ha desvelado que la dieta mediterránea rica en aceite de oliva virgen extra reduce el riesgo de padecer algunos tipos de cáncer, infartos de miocardios o ictus.

La ciencia avala el aceite de oliva virgen extra:

– Los aceites de oliva virgen reducen hasta un 40% el riesgo de padecer diabetes Tipo 2.

– Estudios científicos demuestran que el consumo habitual de aceite de oliva virgen extra ayuda a prevenir cierto tipo de tumores.

– Predimed ha revelado que el aceite de oliva virgen extra puede ayudar a reducir un 68% el riesgo de sufrir cáncer de mama.

– La principal conclusión del estudio español Predimed es que la dieta mediterránea con aceite de oliva virgen extra o frutos secos permite reducir hasta en un 30% el riesgo de sufrir complicaciones cardiovasculares mayores. Es decir, infarto de miocardio, ictus o muerte por causa cardiovascular. Sobre todo en pacientes con alto riesgo cardiovascular.

– El aceite de oliva virgen extra ayuda a mantener el hígado sano y previene la aparición de enfermedades hepáticas.

– El doctor Gary Beauchamp, biólogo del Centro de investigación Monell en Pennsylvania, publicó en un artículo para la revista científica “Nature”, que los aceites de oliva vírgenes poseen moléculas con actividad inflamatoria similar a la del ibuprofeno.

– El aceite de oliva virgen extra aumenta el colesterol “bueno” si se consume de forma habitual, ya que es rico en compuestos fenólicos.

– El aceite de oliva extra protege de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. Este estudio se llevó a cabo en la Universidad de Temple (EEUU) .

– El virgen extra es el aceite más adecuado para freír.

– El aceite de oliva virgen extra es muy bueno para el cuidado de cabello y piel, gracias a sus propiedades hidratantes, antioxidantes y antiinflamatorias.

– El aceite de oliva virgen extra gracias a su capacidad saciante es un aliado para la pérdida de peso.

Según la Food and drug administration de EEUU, sólo es necesario dos cucharadas soperas al día de aceite de oliva virgen extra. Si tenemos en cuenta todos los beneficios que nos aporta no es nada caro para reducir riesgos de enfermedades cardiovasculares.

Si lo comparamos con otros aceites como el de girasol o el de maíz, las propiedades que tiene el aceite de oliva virgen extra destacan sobre el resto porque el aceite de oliva virgen extra es el único que se extrae del fruto y no de la semilla.

Pero además de todos los beneficios que tiene para la salud, en crudo también resalta sobre otros aceites a la hora de cocinarlos o utilizarlos para freír.

Si comparamos el aceite de oliva virgen extra con el de girasol vemos que el aceite de girasol no es tan bueno para las frituras como el aceite de oliva virgen extra, que está más preparado para resistir las altas temperaturas sin degenerar.

Si lo comparamos con otras grasas como la mantequilla, que es una grasa de origen animal, derivada de lácteos y en cuya composición destaca un 70% de ácidos grasos saturados. Estos ácidos están directamente relacionados con el colesterol en sangre, lo que implica que si lo consumimos a largo plazo podría producir un aumento del riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares.

Otro de los inconvenientes de la mantequilla frente al aceite de oliva virgen extra es que al ser la mantequilla un producto de origen animal y derivado láctico puede producir problemas digestivos a los intolerantes a la lactosa.

Según un estudio de la Facultad de Farmacia de Vitoria, los aceites de girasol y lino generan mucha más cantidad de aldehídos tóxicos (y en menos tiempo) que el aceite de oliva virgen extra al calentarse a 190ºC.

También hay que tener en cuenta no sobrepasar el punto de humo en el primer uso. Si se sobrepasa, no es recomendable reutilizarlo porque cuanto más alta es la temperatura, mayor es el desgaste. La temperatura ideal es entre los 180ºC y los 200ºC.

El punto de humo del aceite de oliva virgen extra es de 210ºC.

En el caso del aceite de girasol sin refinar es de 107ºC.

El punto de humo de la mantequilla es 110ºC.

Por algo el aceite de oliva virgen extra es uno de los pilares de la dieta mediterránea y está en todos nuestros hogares desde que nos alcanza la memoria.

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