Para asegurar que tu aceite de oliva está perfecto, son importantes algunos factores como la materia prima, el proceso de elaboración y la calidad diferenciada que ya depende en mayor medida del factor humano, y del ambiente donde lo tratemos.

Con las prisas del día a día, en muchas ocasiones hacemos la compra sin fijarnos en lo que compramos. Pero si queremos disfrutar de un buen aceite de oliva, vale la pena conocer en qué cosas debemos fijarnos. La clave es no equivocarnos y comprar un aceite de oliva de calidad.

El etiquetado es clave en esa búsqueda.

Te dará mucha información sobre qué tipo de aceite de oliva estás comprando. Si pone aceite de oliva virgen o virgen extra, serán aceites de mayor calidad, con todas sus propiedades beneficiosas para la salud intactas. En el etiquetado también deberá poner el grado de acidez. Si tiene 0.8º como máximo será virgen extra, y si no supera los 2º es virgen.

Si en el etiquetado aparece aceite de oliva suave o intenso es que son aceites refinados. Esto significa que en la fase de extracción se ha encontrado algún defecto y se ha tenido que tratar químicamente para eliminarlos. Pero al hacerlo también se van algunas de sus propiedades. Así, surge un aceite de menor calidad, al que se le añade un poco de aceite de oliva virgen extra para comercializarlo como refinado.

Hay otras informaciones incluidas en el etiquetado que no son útiles para saber la calidad del aceite de oliva, pero sí para elegir según nuestras preferencias. Una de ellas es la variedad de la aceituna. No hay una mejor que otra. Pero sí que es importante conocer con qué marida mejor cada una, para resaltar más el sabor de tus platos.

Además del etiquetado, otro aspecto que te permitirá identificar un aceite de oliva de calidad es el envase.

El envase debe proteger al aceite de tres factores: el aire, la luz y la temperatura. El mejor es el cristal polarizado, que resiste bien los rayos ultravioletas. En cambio, el plástico o el PET (que son los más usados por su bajo coste) son los más permeables a la luz y al calor. Un aceite de oliva en una botella de cristal oscura mantendrá intactas todas las propiedades de un aceite de calidad.

Para determinar la calidad de un aceite de oliva también hay que tener en cuenta el estado fitosanitario de la aceituna. Así como la fecha de recogida, el proceso de extracción, su almacenaje y la rotación. Sin embargo, esos aspectos no aparecen en el etiquetado, y es más complicado conocerlos. Pero sí que hay otros factores que puedes detectar para conocer la calidad del aceite.

Ya hemos nombrado los parámetros de acidez del aceite de oliva virgen y virgen extra, que son sinónimos de estabilidad y de su composición química. Sin embargo, a veces un aceite tiene una baja acidez, pero en su elaboración se usaron aceitunas de calidad inferior y puede que a nivel sensorial sea defectuoso.

El color puede aportar información sobre la calidad, pero no es determinante. Por ejemplo, el color verde puede ser sinónimo de un buen aceite de oliva, pero también puede aparecer porque la aceituna se ha cogido muy temprana. Eso sí, sabremos que está en buen estado si se mantiene entre el amarillo y el verde manzana. Si tiene otra tonalidad, mejor deshacerse de él.

Lo que sí puede ayudar a identificar la calidad es el aroma. Un buen aceite de oliva debe tener un olor frutado, intenso, fresco, a hierba. El aroma de la aceituna aparecerá en el fondo del paladar. Además debe ser liviano, la densidad tampoco influye en la calidad. Y debe tener un punto picante y, dependiendo de la variedad de la aceituna, un punto de amargor.