Aceite de oliva y vino, dos de los productos estrella de la agricultura y de la gastronomía española. Ambos productos tienen puntos en común y otros que los diferencian, y vale la pena conocerlos para aprovechar bien los beneficios que tanto el vino como el aceite de oliva ofrecen.

Aceite de oliva y vino, semejanzas saludables.

La primera semejanza son los beneficios que ambos tienen para la salud. El vino contiene polifenoles, que son unas sustancias que impiden la acción del colesterol malo, protegen las arterias y facilitan los niveles altos de colesterol bueno. Al igual que el aceite de oliva, que es rico en grasas monoinsaturadas y en ácido oleico, que también reduciría el colesterol malo y aumentaría el bueno, a la vez que protegería y evitaría los riesgos de trombosis arterial y de infarto, y mejoraría las funciones metabólicas.

Además, otra de las sustancias presentes en el vino tinto (y en la piel de la uva), el resveratrol, muestra una actividad preventiva frente al cáncer. Por su parte, los compuestos fenólicos del aceite de oliva son antioxidantes y contienen vitamina E, lo que permite hacer frente all envejecimiento, y bloquearía la acción del oncogén HER-2neu, que causa el cáncer de mama.

Ambos productos aportan grandes beneficios para la salud. Se ha llegado a afirmar que los que beben vino moderadamente, tienen un 50% más de posibilidades de vivir más tiempo que los abstemios, a lo que se suma que el vino evita la formación de coágulos sanguíneos y tiene efecto antioxidante. El aceite de oliva no se queda atrás: es bueno para la fijación del calcio en los huesos, alivia algunos dolores y ayuda a disfrutar de una buena digestión.

Aceite de oliva y vino, más cosas en común de lo que parece.

Pero, además de los beneficios para la salud, el vino y el aceite de oliva tienen más cosas en común. Empezando por su origen, ambos provienen de frutas. Esa procedencia también influye en que las variedades de ambos productos sean numerosas, igual que influye el estado de madurez del fruto, las características del suelo y de la zona de cultivo, los cuidados agrícolas, el proceso de elaboración, la bodega o almazara donde se producen… Además, ambos cuentan con Denominaciones de Origen que identifican la región de dónde proceden y sus características.

Otro de los puntos en común entre vino y aceite de oliva es que su consumo data desde la antigüedad. Ambos productos están unidos a la historia de las antiguas civilizaciones mediterráneas, y ya entonces eran venerados por los beneficios que aportaban, tanto a la salud como al paladar.

Pero como decíamos, no todo son coincidencias. El vino es un producto que evoluciona y gana con el paso del tiempo, mientras que el aceite de oliva va perdiendo sus cualidades conforme envejece. Y otra diferencia significativa: la uva tiene que fermentar para producir vino, mientras que el aceite de oliva es más parecido a un zumo de frutas.

Aceite de oliva y vino, los dos son productos imprescindibles en nuestra mesa, ambos son grandes embajadores de la Dieta Mediterránea y la gastronomía española, y aportan grandes beneficios a nuestra salud.