El aceite de oliva en el mundo está atravesando un momento excepcional, sobre todo el aceite de oliva virgen extra. Si en España el consumo de aceite de oliva ha descendido, principalmente porque la población busca alternativas más baratas como el aceite de girasol, esta caída se ha visto compensada por un importante incremento de las exportaciones de aove. Y es que el aceite de oliva virgen extra se ha convertido en un producto tan exquisito que nadie quiere perdérselo.

La situación del consumo de aceite de oliva en el mundo

Aunque parece que ahora se ha producido una eclosión en la producción y consumo de este producto, lo cierto es que estos factores no han dejado de crecer desde los años 70. Algunos expertos señalan que cada 10 segundos se consume una tonelada de aceite en uno de los 164 países que lo toman regularmente y cada año, nuevos países se lanzan a producir el oro líquido. España es el mayor productor mundial de aceite de oliva, acaparando entre el 40% y el 60% de la producción total y es el segundo país más exportador, por detrás de Italia, y seguidos a gran distancia de Grecia.

El aceite de oliva en el mundo, ¿qué están haciendo otros países?

A su vez, estos países son los que más aove consumen. De hecho, la cuenca del Mediterráneo y Europa es donde se concentra el mayor consumo de aceite de oliva y a la vez la mayor producción de este producto: España, Italia, Grecia, Portugal, Túnez, Turquía y Marruecos agrupan aproximadamente el 90% del aceite de oliva que se produce actualmente en el mundo y concentran el 95% de las exportaciones.

Pero esto no quiere decir que el resto de países se hayan contentado con quedarse fuera de un mercado que funciona tan bien. Más bien al contrario, los beneficios, tanto económicos como para la salud que genera el aceite de oliva virgen extra se han extendido de manera gradual por todo el mundo.

Países con poca o sin ninguna tradición olivarera se han incorporado a esta actividad, con plantaciones con densidades mayores y costes de recolección muy bajos. En Sudamérica, Argentina, Brasil o Chile; en África, Sudáfrica o Madagascar; o en Asia, India, Corea del Sur o China, están compitiendo con plantaciones más modernas que les hacen muy competitivos, sobre todo en un momento en el que priman los precios más bajos.

De todos ellos, es China al que los productores españoles miran con más precaución. Son más de 96.000 las hectáreas dedicadas al cultivo del aceite (en España superan los dos millones y medio). Entre sus ventajas competitivas está el bajo coste de la mano de obra y el contar con agua abundante, pues sus campos están situados en zonas próximas a montañas. Y aunque ahora la distancia parezca muy grande, todos sabemos lo rápido que aprenden en el gigante asiático y algunos datos apuntan a qué en poco más de diez años, China podría arrebatar a España la hegemonía mundial en el mercado de aceite de oliva.

Además de aumentar el número de países productores, ya hemos dicho que también ha crecido el consumo de aceite de oliva en el mundo. Las campañas de publicidad destinadas a aumentar las exportaciones de aove y las ventajas para la salud de la dieta mediterránea han posicionado al aceite de oliva virgen extra en el mercado y países como Estados Unidos, Australia, Canadá o Japón han incrementado de manera sustancial su consumo de aceite de oliva.