Los beneficios para la salud de la dieta mediterránea, y por extensión del aceite de oliva, están demostrados en numerosos estudios. Pero lo que no estaba tan claro era cómo se podían identificar los mecanismos que influyen en esas respuestas positivas.

La ciencia no disponía de las herramientas adecuadas para saber cómo el aceite de oliva y la genética humana interactúan. Lo que provocaría ese impacto beneficioso contra enfermedades cardiovasculares, cáncer, trastornos neurodegenerativos o el síndrome metabólico.

Al parecer esto ha cambiado gracias a las tecnologías ómicas (de la palabra inglesa omics, referida a un campo de estudio de la biología). Estas tecnologías proporcionan una manera de caracterizar los marcadores moleculares y los mecanismos que generan los beneficios para la salud de los alimentos nutracéuticos. Son esos alimentos funcionales, como el aceite de oliva, que ayudarían a mejorar la calidad de vida, la salud o la prevención de enfermedades.

La relación entre aceite de oliva y la genética

Las primeras pruebas indican que el aceite de oliva y la dieta mediterránea ejercen efectos sobre las moléculas del organismo alterando la expresión génica humana y la función metabólica. El avance es realmente importante. Gracias a ello, los científicos tienen información sobre cómo influyen los alimentos en las enfermedades. Tanto en su desarrollo, como en su progresión y en su curación. Además, permite pasar a otro nivel de validación experimental. Ofrece la posibilidad de revelar las formas en las que ciertos alimentos, como el aceite de oliva, pueden ser utilizados para obtener mayores beneficios para la salud.

Mezclar comida, aceite de oliva y genética.

Por ejemplo, se ha descubierto cómo actúan los fenoles que contiene el aceite de oliva y que tienen muchas propiedades beneficiosas para el corazón. Es decir, podrían ayudar a prevenir enfermedades cardiovasculares. Por un lado, los efectos específicos de los bisfenoles sobre los mecanismos de la enfermedad incluyen a los receptores, quinasas, señalizadoras y factores de transcripción. Así como el metabolismo de las lipoproteínas y daños, la función endotelial y las vías responsables de la regulación del ciclo celular. Estas vías incluyen la función mitocondrial, el estrés ER, el daño en el ADN, la respuesta a factores de crecimiento, citoquinas y hormonas.

Por otro lado, los datos OMICS han descubierto que los fenoles del aceite de oliva realizan una función de equilibrado en el tracto gastrointestinal. Además, influirían en las células inflamatorias y vasculares en todo el organismo. Todo esto se traduce en que el aceite de oliva jugaría un poderoso papel en la expresión de nuestros genes. Un agente de modulación antiinflamatoria e inmune. E influiría en los genes antioxidantes y desintoxicantes del cuerpo.

Aceite de oliva y la genética, ¿de qué genes hablamos?

¿En qué genes influye el aceite de oliva? En muchos, según se desprende de esta nueva ciencia: MCP, IL7R, IFNC, TNFa, B2 receptor b-adrenérgico. Por poner un ejemplo: el MCP-1 es el responsable del reclutamiento de los moncitos para las lesiones inflamatorias en el sistema vascular.

Estas nuevas tecnologías pueden servir para predecir y evaluar la relación entre el aceite de oliva y la genética humana. O sea, conocer mejor el porqué de esta respuesta de los genes en relación a los alimentos funcionales. Un campo que podría ayudar a desarrollar una nutrición personalizada y una medicina para prevenir la enfermedad. De ahí la importancia de consumir y comprar aceite de oliva.